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viernes, 15 de noviembre de 2013

Rata Blanca se roba la noche en el Cavaret. La banda de heavy metal argentino toca sus clásicos ante más de 800 fans.


La expectativa de vida entre las ratas de laboratorio es de menos de dos años. Pero hay una raza en particular que pone a prueba las teorías de longevidad. Es Rata Blanca, la banda de heavy metal argentino, que demostró anoche, en el Teatro Estudio Cavaret, que con 25 años encima, lo mejor todavía está por venir.

Hijos de los sonidos más salvajes del Cono Sur del continente, los pamperos rompieron con el silencio de la noche alzando la voz en un concierto donde hicieron un amplío recorrido a través de más de dos décadas de trayectoria.

“Nosotros estuvimos por muchos lugares, pero nunca nos fuimos de aquí. A México siempre lo llevamos muy cerca”, saludo Adrián Baliari a las más de 800 almas que se dieron cita en el Cavaret. Y así comenzaba un trepidante viaje sonoro, donde se concatenaba la potencia de las letras (un sello de la banda), con el portento en la guitarra de Walter Giardino, el otro gran cerebro de la banda argentina, siempre alejada de las corrientes de moda, y dispuesta a abrirse brecha por sus propios medios.

El incesante ''riff'' y los desgarradores gritos que salieron del escenario se desprendieron de una selección de temas, de discos como ''El reino olvidado'', ''La llave de la puerta secreta'' y ''Magos, espadas y rosas''. Porque sí, si existe una banda que conoce bien el mundo de la épica sonora, esa que explora escenarios medievales imposibles y batallas eternas entre el bien y el mal, es el conjunto de roedores albinos, que tuvieron bajo su hechizo a más cientos de espectadores en el recinto de Parres Arias y Periférico Norte.

Luego de agitar la melena, sudar las camisetas y viajar a la conquista de tierras lejanas, la escuadra de Rata Blanca se despidió, entre paréntesis, porque recalcaron que en Guadalajara se sienten como en casa. Para sus fanáticos, queda en el aire la promesa de un próximo regreso, y de que estos 25 años son apenas los primeros renglones de una historia a la que todavía le queda mucho por escribir.

SABER MÁS

El Cavaret queda a deber
 La deficiente acústica con la que cuenta el Cavaret fue la mala nota de la noche.
 Rata Blanca desplegó un producción magra, se preocuparon más por sonar bien que por contar con una presentación visual ambiciosa.

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